EL SONIDO EN EL EVENTO DESENCADENANTE DE LA PELÍCULA “LA MUJER SIN CABEZA” (2008) DE LUCRECIA MARTEL
Después de mucho pensarlo, decidí hacer el presente estudio sobre el rol del sonido en una escena del último largometraje de la directora argentina Lucrecia Martel. Hubiera podido elegir otras piezas como la primera escena de su película “La Ciénaga” o su cortometraje “Muta”, ya que el trabajo sonoro de las películas de Martel, generalmente a cargo de Guido Berenblum, es realmente sugestivo y cuidadoso.
El papel del sonido es fundamental en toda la película, sin embargo, seleccioné el fragmento porque es indicativo del diseño sonoro de la película como un todo y porque la importancia de lo aural en el fragmento es absolutamente fundamental para entender la película como un todo. Además, al ser un fragmento sin diálogo, en un único espacio (al interior de un carro), con un solo personaje, a penas tres cortes y compuesta por tres planos en los que no hay más que un pequeñísimo movimiento de cámara, la batuta narrativa está principalmente a cargo del sonido. Un sonido que con enorme sutileza genera una tremenda complejidad semántica.
En la escena, Vero, la protagonista de la película, atropella un perro (¿y tal vez un niño?) y decide huír del lugar de los hechos no sin que este evento genere un tremendo impacto en el personaje: “El alma se le sale del cuerpo”, diría la directora.
¿Cómo es contado este evento tan importante a partir básicamente del sonido? La escena comienza con un evento sonoro abrupto que realiza la transición entre un espacio social y el espacio profundamente solitario del carro (y el alma de Vero). Se cierra sonoramente (sin imagen) la puerta de un carro y suena la canción “Soley Soley” (1971) de la agrupación Middle of the Road. La calidad sonora de la música, acompañada de una toma de la visión de la carretera de un personaje que aún no aparece en el cuadro , nos indica que la música viene del radio de un carro de finales de los años 80’s o principio de los 90’s. Pero hace mucho más que eso, genera una atmósfera de liviandad y liberación, de esa catarsis que ha hecho carrera en el cine en la que los personajes dejan fluir su verdad cuando están manejando solos por una carretera oyendo una música alegre. Es una canción de verano que conjuga perfectamente con el día soleado y el paisaje árido de la carretera, con una letra simple que habla, sin embargo, de la situación de vacío y soledad que son evidentes en el personaje cuando es introducido a nosotros por un primer plano desde el asiento del copiloto. Además, al venir del radio del carro, nos habla del personaje, es su música, la una mujer “extranjera”, una extraña en la zona, blanca, rubia y privilegiada, en una zona mestiza y pobre. Pero no solo eso, nos habla de la época y de un grupo de la sociedad argentina de esta época, una porción de la población que escuchaba este tipo de música ligera y foránea para refugiarse e ignorar los horrores de la dictadura.
La música suena por encima del sonido del motor del carro y del tintineo de unas refractarias de vidrio que el personaje tiene en el asiento trasero y que añaden una atmósfera de fragilidad, inestabilidad e inquietud: rasgos que también componen la personalidad de Vero. De repente suena su celular, un sonido que cambia el decurso de la escena, Vero lo busca en su cartera y por el tremendo sonido y sacudón del carro, nos enteramos de que ha atropellado algo. Un accidente ha sucedido. No muy grave aparentemente. El celular sigue sonando un rato sin que la protagonista lo conteste, lo que indica una fuerte desconexión de la mujer de su entorno social más próximo. Y la música alegre sigue sonando y ahora contrasta tremendamente con las emociones del personaje que mira por los espejos y decide continuar su camino sin bajarse del carro.
Cuando arranca, el carro suena desajustado y se oyen más el tintineo de las refractarias. Vero está desajustada, aún más frágil e inquieta. Esto lo confirma la acción de apagar el radio del carro que hace que nos centremos aún más en la intimidad del personaje junto con ella. Ahora solo suena el carro desajustado, la respiración alterada del personaje y la carretera seca y destapada. Vero está en el desierto. Estamos muy cerca de ella y los sonidos audibles de su ropa y el roce de su cuerpo con el asiento del carro, nos ayudan a sentir esa cercanía.
En la última parte de la escena el carro se detiene y Vero sale dejando entrar los sonidos del exterior: un trueno y los graznidos de unos pájaros que suenan más fuerte de lo normal. La tormenta se aproxima, no solo al pueblo sino a la vida de Vero. El trueno indica el profundo cambio ocurrido en la ontología del personaje. Este cambio lo confirma el sonido de unas gotas de lluvia sobre el techo del carro. Allí nos quedamos nosotros, el sonido y la imagen apenas nos informan sobre el personaje que se queda afuera a pesar de la lluvia.
Como se ve, el sonido juega un papel narrativo tremendo, pero también un papel muy importante en esta película, en la que el foco es lo no dicho, el mundo interior trastornado de Vero, que es magistralmente retratado por un sonido que, a simple vista pasa desapercibido pues, aparentemente viene del entorno en el que se desarrolla la escena.
Después de mucho pensarlo, decidí hacer el presente estudio sobre el rol del sonido en una escena del último largometraje de la directora argentina Lucrecia Martel. Hubiera podido elegir otras piezas como la primera escena de su película “La Ciénaga” o su cortometraje “Muta”, ya que el trabajo sonoro de las películas de Martel, generalmente a cargo de Guido Berenblum, es realmente sugestivo y cuidadoso.
El papel del sonido es fundamental en toda la película, sin embargo, seleccioné el fragmento porque es indicativo del diseño sonoro de la película como un todo y porque la importancia de lo aural en el fragmento es absolutamente fundamental para entender la película como un todo. Además, al ser un fragmento sin diálogo, en un único espacio (al interior de un carro), con un solo personaje, a penas tres cortes y compuesta por tres planos en los que no hay más que un pequeñísimo movimiento de cámara, la batuta narrativa está principalmente a cargo del sonido. Un sonido que con enorme sutileza genera una tremenda complejidad semántica.
En la escena, Vero, la protagonista de la película, atropella un perro (¿y tal vez un niño?) y decide huír del lugar de los hechos no sin que este evento genere un tremendo impacto en el personaje: “El alma se le sale del cuerpo”, diría la directora.
¿Cómo es contado este evento tan importante a partir básicamente del sonido? La escena comienza con un evento sonoro abrupto que realiza la transición entre un espacio social y el espacio profundamente solitario del carro (y el alma de Vero). Se cierra sonoramente (sin imagen) la puerta de un carro y suena la canción “Soley Soley” (1971) de la agrupación Middle of the Road. La calidad sonora de la música, acompañada de una toma de la visión de la carretera de un personaje que aún no aparece en el cuadro , nos indica que la música viene del radio de un carro de finales de los años 80’s o principio de los 90’s. Pero hace mucho más que eso, genera una atmósfera de liviandad y liberación, de esa catarsis que ha hecho carrera en el cine en la que los personajes dejan fluir su verdad cuando están manejando solos por una carretera oyendo una música alegre. Es una canción de verano que conjuga perfectamente con el día soleado y el paisaje árido de la carretera, con una letra simple que habla, sin embargo, de la situación de vacío y soledad que son evidentes en el personaje cuando es introducido a nosotros por un primer plano desde el asiento del copiloto. Además, al venir del radio del carro, nos habla del personaje, es su música, la una mujer “extranjera”, una extraña en la zona, blanca, rubia y privilegiada, en una zona mestiza y pobre. Pero no solo eso, nos habla de la época y de un grupo de la sociedad argentina de esta época, una porción de la población que escuchaba este tipo de música ligera y foránea para refugiarse e ignorar los horrores de la dictadura.
La música suena por encima del sonido del motor del carro y del tintineo de unas refractarias de vidrio que el personaje tiene en el asiento trasero y que añaden una atmósfera de fragilidad, inestabilidad e inquietud: rasgos que también componen la personalidad de Vero. De repente suena su celular, un sonido que cambia el decurso de la escena, Vero lo busca en su cartera y por el tremendo sonido y sacudón del carro, nos enteramos de que ha atropellado algo. Un accidente ha sucedido. No muy grave aparentemente. El celular sigue sonando un rato sin que la protagonista lo conteste, lo que indica una fuerte desconexión de la mujer de su entorno social más próximo. Y la música alegre sigue sonando y ahora contrasta tremendamente con las emociones del personaje que mira por los espejos y decide continuar su camino sin bajarse del carro.
Cuando arranca, el carro suena desajustado y se oyen más el tintineo de las refractarias. Vero está desajustada, aún más frágil e inquieta. Esto lo confirma la acción de apagar el radio del carro que hace que nos centremos aún más en la intimidad del personaje junto con ella. Ahora solo suena el carro desajustado, la respiración alterada del personaje y la carretera seca y destapada. Vero está en el desierto. Estamos muy cerca de ella y los sonidos audibles de su ropa y el roce de su cuerpo con el asiento del carro, nos ayudan a sentir esa cercanía.
En la última parte de la escena el carro se detiene y Vero sale dejando entrar los sonidos del exterior: un trueno y los graznidos de unos pájaros que suenan más fuerte de lo normal. La tormenta se aproxima, no solo al pueblo sino a la vida de Vero. El trueno indica el profundo cambio ocurrido en la ontología del personaje. Este cambio lo confirma el sonido de unas gotas de lluvia sobre el techo del carro. Allí nos quedamos nosotros, el sonido y la imagen apenas nos informan sobre el personaje que se queda afuera a pesar de la lluvia.
Como se ve, el sonido juega un papel narrativo tremendo, pero también un papel muy importante en esta película, en la que el foco es lo no dicho, el mundo interior trastornado de Vero, que es magistralmente retratado por un sonido que, a simple vista pasa desapercibido pues, aparentemente viene del entorno en el que se desarrolla la escena.
LA MÚSICA DE MARIANA SADOVSKA
La música de Mariana Sadovska, y en especial esta canción, es de una expresividad emocional enorme por la variedad de sonidos que componen su voz y por el uso consciente del sonido de la respiración que enriquece un impresionante trabajo vocal que, además, juega contraponiéndose al armonio de forma que se genera un diálogo más que una melodía o una armonía en el sentido tradicional.